Caracol Tlalpan 2018

Hace cuarenta, cuarenta y cinco años era muy común en los veranos lluviosos de la Ciudad de México encontrar en los jardines y áreas verdes de las banquetas, en parques ver caracoles de tierra y lombrices, hoy es mucho más difícil encontrar gusanos y moluscos en nuestro diario andar por nuestra ciudad.

Los caracoles de jardín tienen el nombre científico de Helix aspersa, son pequeños moluscos terrestres. Un molusco es un animal invertebrado, de cuerpo blando, algunos de ellos desarrollaron la capacidad de crear caparazones con los que nacen que los protegen y sirven también como escondite. Está compuesta en gran parte de calcio y conforme el animal crece también el caparazón lo hace, de la misma manera se va endureciendo.

Los caracoles además pertenecen al grupo de los gasterópodos lo que literalmente significa que caminan con el estómago, o sea que arrastran impulsándose con un poderoso músculo en su parte inferior, conocida como “pie”. Los caracoles son animales con mayor actividad nocturna que diurna y que hibernan.

Los caracoles de jardín son importantes para los pequeños ecosistemas en los que viven porque ayudan con la descomposición de materia muerta y son consumidores primarios abonando la tierra con ambas acciones, pero además tienen un importante valor gastronómico, considerados por la cultura francesa como una delicia, en la Ciudad de México existían en las décadas de los ochenta y noventa lugares que se especializaban en el pequeño molusco terrestre, al que muchos despectivamente llamaban “caracol panteonero”. Pero los humanos se los comen desde tiempos del paleolítico como lo demuestran restos de conchas encontrados en diferentes partes del mundo. El criar caracoles para consumo humano o para la elaboración de productos cosméticos se conoce como Helicicultura.

Un Helix aspersa vive entre dos y tres años. Este ejemplar que encontré en un árbol cerca del centro de Tlalpan es un perfecto ejemplo de otro de los miembros de la fauna de nuestra ciudad que están desapareciendo gracias al concreto y la desaparición de áreas verdes.

Armando Enríquez Vázquez

Fotografía: Armando Enríquez Vázquez